Ingredientes:
Pollo cocido, asado o a la plancha que nos sobre de otras preparaciones, o y a comprado en lonchas.
Una cebolleta.
Tres tomates pequeños.
Un cuarto de pimiento rojo, o medio, mejor medio.
Un ajo.
Sal, pimienta, perejil, tomillo.
Agua.
Un dedo de jengibre (un dedo gordo).
Un limón.
Aceite de sésamo.
Picamos todos los ingredientes en láminas finas, menos el limón.
Ponemos a pochar en una sartén antiadherente la cebolleta, el pimiento y el ajo.
Cuando veamos que está bastante caído añadimos el tomate, la sal, la pimienta, el perejil, el tomillo y el jengibre. Bajamos el fuego de 6 a 3. Cuando veamos que el tomate pierde la mitad del agua añadimos medio vasito de agua y removemos contínuamente hasta que parezca que se hace una salsa medio espesa. Rallamos la corteza de un limón encima y removemos.
Seguimos removiendo sin parar y cuando nos parezca que ya no tiene agua emplatamos en el fondo de una bandeja o plato. Encima ponemos el pollo en lonchas y rociamos con unas gotas de aceite de sésamo.
Nos sorprenderá el sabor. Pero... no podremos parar de comer.... ¿Por qué no había probado esto yo antes?.
2 comentarios:
entre el gengibre que tiene un sabor entre citrus y exótico, la foto del pueblito... y el domingo...Salud Paloma! y buen provecho!!!
Pequeña saltamontes, bien aprendidas las lecciones orientales. Ahora, adéntrate en otra aventura: juega a hacer infusiones con el jengribre. En vez de meterlo a saco en un plato, infusiona el jengibre en agua y emplea ese agua como caldo en algún plato. Aportas el aroma mucho más matizado y evita esos trocitos de jrngibre que masticados pueden llevar al picor más extremo... Sí, sí. El jengibre puede picar horrores. Y si tienes dudas de ello, ráyalo.
Publicar un comentario